Tarde o temprano todos la encontramos, es inevitable: todos acabamos encontrando nuestra esquina. Yo tengo una esquina, hay una esquina en mi igual que hay una esquina en ti... y en él. Hay una esquina en mi, hay un esquina en ti, y si la cosa va muy mal, siempre hay una esquina en mi. Ahora (¡Ejem! Música, maestro), cantemos: Hay una esquina en mi / Hay una esquina en ti / Si la cosa se pone mal / Hay una esquina en mi...
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