martes, 31 de enero de 2012

El Bufón: El dulce sabor de la venganza


Ella le había invitado a pasar, él al principio dudo porque apenas se conocían y, porque, su mente le decía una cosa y su polla otra... Con una tía que acabas de conocer mejor no escuchar a la polla.
No lo vio venir... Certera y a traición, aquella bruja pasó por delante de su cuerpo postrado y gimoteante, y luego prendió fuego a la casa. Debía haberse fijado que no era tampoco su casa.
Un fantasma destrozado, Edmundo Dantes clamando venganza tras una máscara de la Comedia del Arte... ¿De que sirve saber quienes son tus enemigos si no puedes mover un dedo contra ellos, porque tanto el poder como sus sicarios de la ley los protegen? Sirve, cuando te conviertes en algo peor que tus enemigos.
A veces hay que meter la verga en la boca asquerosa del mal para poder saborear la venganza tal y como la deseas.
Aquella Milady de Winter iba a recibir todo el mal que había hecho multiplicado por cien... Y Bufón conocía la mejor forma para ello.
-Gemma, mi brujita, creo que tengo un regalito que a ti y a tus amiguitas os va a encantar – llamó por teléfono a la mujer que años atrás lo rebautizara y tratara de comérselo después -, quedamos en tu casa, allí te la traeré. Luego, puedes llevártela a la casa común que tenéis y hacer con ella lo que queráis... eso sí, quiero que sufra.
Luego, se puso su abrigo escarlata, y se encaminó a la calle... Sabía donde y como localizar a la presa. En una hora estaría en casa de Gemma con ella.

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