domingo, 29 de enero de 2012

Las Guardianas de la Puerta de Sangre: Pandora


Mi nombre es Pandora, también me llaman la señora de los cuervos, y soy una de las Guardianas de la Puerta de Sangre. La más alta e inteligente de mis hermanas, pero no por ello la menos voraz.
Debe ser por mi extremada palidez que mi plato favorito siempre fueron las muchachas y muchachos morenos de piel... cuanto más gorditos y jugosos mejor. Pero ni yo ni mis hermanas podemos gozar de la carne humana por puro interés, ha de llegarnos en forma de sacrificio, de trueque: quien la Puerta quiere cruzar, antes con carne su paso debe canjear.
Cierto que mi hermana Gemma se saltó aquel juramento al tratar de comerse a aquel muchacho: Bufón; pero, quien hizo la ley hizo la trampa... ¿No?
Y prometo que apunto estuve de saltármelo, yo también, cuando aquella mujer entro en casa... deliciosamente cachetona y de una piel morena semejante a la seda o el terciopelo, tenía una sonrisa tan dulce que apunto estabas de confundirla con bombón de chocolate con leche.
Xena tenía 31 años, pero aún estaba lo bastante tierna para hincarla el diente... Por lo genera preferimos carne más joven. Alta y curvilínea, una sabrosa lechona. La serví algo de alcohol, con el fin de macerarla, y a punto estaba de catarla cuando dijo que traía un presente para hacer el trueque...
... La enviaba su jefe, el verdadero interesado en la puerta, y junto a ella traía otra delicia mucho más joven y tierna...
Aún así, la invite a que se quedara... Nunca se sabe si quedaras del todo satisfecha ¿Verdad? Y sobre todo cuando compartes con dos más.
Aunque, en tal caso, Xena iba a ser solo mía: Solo para mi estomago.... jejejejejejejeje...
Cuando trajo a la muchacha, resulto un poco decepcionante: pelirroja (tienen fama de ser bastante insípidas en cuanto a su sabor), muy blanca (¿A que sabe la nieve? A nada) y flaca, solo la salvaban unos pechos redondos y firmes, como balones de balonmano, y unos muslos bien torneados que podían remitir a los jamones mejor curados.
-Una chica mona – dije, disimulando mi decepción... Tendría que ver que opinaban mis hermanas.
-Mi jefe espera que os agrade – dijo Xena.
Si te hubiera mandado solo a ti le daría las llaves sin siquiera pensarlo, me dije, devorando a la morena con los ojos, lujuria antropófaga.
-¿Hay trato? – preguntó Xena, nerviosa, quizá, por mi silencio.
-Claro – la indique que me siguiera – puede seguirme... firmaremos el contrato en mi habitación.
No existía tal contrato, en mi habitación la encerré en una jaula, no sin cierta excitante resistencia, y regresé para discutir con mis hermanas que hacer con aquel tributo.
-No temas, pequeña – la dije al volver a ver al tributo – Aquí estarás cómoda y caliente, sobre todo, muy cómoda... Te tengo preparado un lecho de lechuga, fresas y manzana, donde dormirás todo el trayecto hasta mi boca – y reí malvada, al verla temblar aterrada.
-Tengo un poco de sueño, no podemos esperar a mañana – trató de disculparse la condenada.
Sonriendo, y levantándole la tapa a la bandeja, donde se mostraba tal lecho, la respondí.
-Pues anda, túmbate en la camita, que yo enciendo el fuego.
Encogiéndose de hombros, y haciendo un mohín, la chica se dio por vencida... y caminó hacia su camita en la cocina...
-Mmm... Ok.
Enseguida se quedo dormida.
-Ahora si que te ves bonita – dije acariciando su cuerpo tumbado de costado -... Veamos a que sabe tu tetita – libere uno de sus globitos, y me agache para chupar el sonrosada pezón -... Mmmmm... que rico arándano...
Así que, empujando el carro, donde iba la bandeja, nos adentramos aún más en la cocina. Allí esperaríamos a mis hermanas... que ya se empezaban a retrasar. De no ser por el ritual, ya estaría cortando esas 9 ramitas que esta chica llama dedos, y ofreciendo su premio a mis cuervos.

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