martes, 17 de enero de 2012
La Espejo Casa encantada (Capitulo 4)
Hace 12 años....
-Dígame, señor Costello ¿Cómo va Sara, mi hija?
Habían pasado 50 años desde que Margarita murió, 50 años desde que Garcilaso Vargas muriera y naciera Vincent Costello, de nuevo, lejos de su patria...
... Aunque claro, hacia unos meses que había regresado... La casa seguía igual, y su renombre académico le había granjeado alguna que otra alumna particular...
El profesor Costello sonrió con aquella mueca tan desagradable, de joven había sido un tipo grotesco pero, a aquella edad, era algo realmente desagradable a la vista estar frente a él.
-Su hija es una muchacha muy bonita – la extremadamente larga lengua del profesor se paseo por aquellos labios resecos y llagados, mientras, estos componían una mueca parecida una sonrisa -, realmente guapa... con esas mejillas tan llenas y coloreaditas... Tiene una hija muy dulce, amigo mío – y echando su contrahecho cuerpo hacia delante en el sillón -... Le confesare algo... Estoy pensando muy seriamente en comérmela.
El padre no podía dar crédito a lo que acababa de oír de boca de aquel loco.
-¿Cómo se atreve a...?
No pudo continuar, el abrecartas le seccionó la traquea.
-Ahora, si nos disculpa – dijo el profesor Costello, limpiándose la sangre de las manos -... su dulce hija y yo tenemos una clase que dar – comenzó a subir las escaleras, pero en el último tramo se detuvo para decir -... puede esperar aquí abajo, si lo desea.
Sara tendría 19 años, y estaba preparándose para entrar en la universidad... el dinero no compra cerebros.
Media un metro sesenta y cinco centímetros, y por su aspecto no escatimaba en tratamientos de belleza: a esas alturas del invierno tenía un moreno envidiable; lo cierto es que el profesor no había exagerado, Sara era una chica bastante mona: los ojos grandes y oscuros, la nariz aristocrática, la boca dulce, las mejillas (como ya dijera Costello) permanente sonrosadas, el busto firme, y la figura compensada...
-Tu papi me ha puesto un poco nervioso, Sarita – dijo tomando asiento - ya sabes que hacer ¿Verdad? Yo no tendré problemas, como siempre he hecho, en darte parte de lo que me paga tu padre, si tu eres buena conmigo.
Otra cosa que tenía Sara es que, cuando había dinero de por medio, los escrúpulos se esfumaban.
Libero con sus delicadas manos, de manicura diaria, el miembro del profesor, y empuñándolo, como le había enseñado este, comenzó a acariciárselo mientras Costello comenzaba la lección...
-Heinrich Teodor Böll (21 de diciembre de 1917-16 de julio de 1985) era un escritor alemán, figura emblemática de la literatura alemana de posguerra, también llamada "literatura de escombros". En 1972 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura. La Academia Sueca destacó que «por su combinación de una amplia perspectiva sobre su tiempo y una habilidad sensible en la caracterización ha contribuido a la renovación de la literatura alemana» - se detuvo y miró a Sara, la cual bostezaba claramente, aunque sin dejar de estimularle manualmente - Sarita, cielo ¿Qué tal si pruebas con la boca? Hoy estas realmente torpe.
La chica se sacó el chicle, y lo pego debajo de la mesa, luego se inclino para engullir el miembro del profesor.
-Mmmmmmm... Así pequeña, así... así, dulce... Moderato – y continuó, mientras alargaba la mano hacía el cajón donde guardaba su cuchillo favorito -... ¿Por donde íbamos? Ah, sí...
... A cada pija la llega su San Martín.
En la actualidad...
Las victimas tanto de La Catalana como de Vincent Costello, antes Garcilaso Vargas, aún moraban encerradas en aquella casa del horror... Bailando alrededor del infernal payaso y los dos cuerpos inertes que arrastraba, escaleras arriba, hacía el lugar donde antes se encontraba su despacho...
-Queridos míos, me encanta que os hayáis quedado a cenar.
Hace 10 años...
Vincent Costello cometió un error, quizá se confió demasiado... Quizá estaba deseando reunirse con Margarita o se había cansado de matar, quizá es que se había hecho demasiado viejo... la gente, al leer la noticia de la muerte, y posterior descubrimiento de sus crímenes, se inventó muchos quizás para explicar como, al fin, había sido cazado aquel loco...
... Pero, solo una persona sabía la verdadera razón de aquel acontecimiento: el propio Vincent Costello.
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