sábado, 24 de marzo de 2012

Como conocí a Lucas Cifra


Cuando conocí a Lucas Cifra ambos teníamos ya 15 años.
El destino nos hizo coincidir en la misma clase de 4 º de la ESO. No podía existir donde personas tan distintas sentadas juntas en una mesa. Yo: tímido, introvertido, dependiente, con pocas luces, y contrahecho; y él: Sinvergüenza, extrovertido, independiente, astuto y locuaz, y con tal presencia que era imposible no reparar en él (era de esas personas que le odias o le amas, pero es imposible de ignorar).
Sobre Lucas apenas supe nada, nada cierto, quiero decir... o quizá todo lo que sé fuera real, aunque inaudito. Con él nunca se sabía.
Siempre he sido un chico enfermizo, me solía encerrar en clase durante los recreos para huir de las bacterias. Mucha otra gente aprovechaba que yo me quedaba en clase, y mi condición de delegado y responsable de las llaves de clase, para quedarse en los días de lluvia o de excesivo calor.
Un día, Lucas me dijo que quería mostrarme algo... Pero que lo mejor era que me escondiera para verlo.
Así que metido en el armario ropero, donde amontonábamos los abrigos en invierno, espere a ver que era lo que Lucas me quería mostrar.
Dorothy se quedó en la clase a la hora del recreo, estaba ansioso por saber lo que iba a ocurrir. Tanto Lucas como yo nos llevábamos bien con esa chica, y ella estaba continuamente insinuándosenos (se permitía, porque éramos tres de tercera en aquella pirámide de clases que regia el lugar).
En cuanto la clase se vació, Dorothy empezó a rondar a Lucas.
-Dame un beso – le dijo.
-No – respondió él.
-¿Porque no me das un beso? – se puso ella de morros.
-Porque eso no significa nada para ti, solo lo haces para divertirte tu e importunarme a mi.
-Vete al pedo.
Y se sentó en su mesa, yo podía verla desde el armario: pelo cobrizo a media melena, labios carnosos, cara de gato, piel morena, cuerpo pequeño pero voluptuoso.
Ella se dio cuenta de que Lucas también la observaba, le sonrió.
-Bájate los pantalones – le ordenó ella.
-Vete al pedo – esta vez fue Lucas quien, con una sonrisa, la invitó a viajar.
Lucas hizo como si la ignorara.
Dorothy movió ficha en aquel juego, porque todo parecía representado en varias ocasiones. Se acercó y comenzó a tocarle el pelo, escuche las tijeras, antes de poder verlas en las manos de Dorothy, cortándole un mechón de la melena a Lucas.
-¿Qué haces? . preguntó Lucas, entre divertido e intrigado.
-Un recuerdo – respondió ella.
-Estas realmente loca.
Lucas volvió a hacer que la ignoraba, pero Dorothy se tumbó sobre la mesa donde él se sentaba..
-Anda porque no vas a la cafetería y me traes algo, cómprate también algo, te invito para hacer las paces – le dijo, conciliadora, Dorothy.
Lucas simuló resistirse, pero al final asintió:
-Ok.
Yo le había dejado las llaves a Lucas, así que salió de la clase rumbo a la cafetería del instituto... Dorothy se quedo en clase, paseando como una gata en celo... En su rostro una expresión de lascivia y diversión, que adivinaba lo que más tarde se preparaba.
Lucas regresó al rato, y trajo dos cañas, le dio la suya a Dorothy, mientas, él, mordía la que había comprado para si mismo..
-Gracias, te perdono – ronroneó ella.
-Ok.
Comieron cada una la suya, ella simulaba que se comía otra cosa para calentar a Lucas.
Acabó la suya, y esperando que Lucas hubiera captado el mensaje le dijo de forma picara.
-¿Por qué no te sacas tu caña y me como una de verdad?.
-¿Ya estamos?
Dorothy ya nos tenía a cien a los dos, por lo menos a mi... No me tocaba por que no se me descubriera, y se fuera al diablo el espectáculo... Se acercó a Lucas y le magreo el paquete.
-¿Me vas a decir que no te gustaría una buena mamada? ¿Te vas a negar a ella?
Lucas la miró, yo también podía verle desde donde me encontraba, y, como acabo de decir, se notaba que Dorothy ya le estaba poniendo a cien, no se si aguantaría el envite... Me iba a morir de envidia si no lo aguantaba.
-Venga, hazlo, si te atreves – la retó.
Dorothy le abrió la cremallera, sacó su parada polla, y se arrodilló....
... Dios como la chupaba la pequeña gatita.
Y, un rato después, ella se levantó con su boca chorreando la leche de mi amigo.
-¿Gane la partida hoy?
-Si – reconoció Lucas.
Ahora lo sabía con certeza, lo que acaba de ver era un juego que se repetía todos los días (en diferentes lugares). Lucas hacía el rol del puritano estudiante, ella él de la linda pussycat, unas veces, según me explicó, más tarde, Lucas, ganaba él (y no había sexo), y otras, las mas, ganaba ella (y había sexo salvaje).
De estos encuentros no volvía ser participe, aunque se que continuaron, pero si que pude dar testimonio de muchos otros, con otras compañías de rol, posteriores...

Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.

No hay comentarios:

Publicar un comentario