lunes, 9 de abril de 2012

Los ricos prefieren la carne fresca


Madrugada del 31 de Octubre del 2000...
Angie no se podía creer lo que acababa de ocurrirle. Hacia un momento estaba entrando en el edifico donde se encontraba su casa y ahora, vestida con andrajos estaba en medio de una chabola rodeada de otros jóvenes, sucios y andrajosos, de distintas edades y sexos.
Una voz en off introdujo la historia, mientras en la pantalla de la única televisión del lugar, se veía un paisaje desolado... Estructuras hechas de huesos de vaca alrededor de las que pululaban delgados jóvenes de ambos sexos...
-Estamos en un mundo donde una extraña epidemia ha acabado con todo el ganado existente, y la ausencia de carne ha llevado a que los que más tienen compren a los hijos de los menos favorecidos para poder consumir su carne.
Al fondo de la única habitación que parecía tener el lugar, una señora bien vestida y el que parecía su chofer cuchicheaban e intercambiaban dinero con dos adultos no menos andrajosos y sucios que los jóvenes que la rodeaban.
No sabia de que iba aquello, pero cuando vio a aquella mujer señalarla, la dio muy mala espina.
-Esa es perfecta – exclamó la mujer, con una sonrisa triunfal.
Con un gesto, la mujer la solicitó que se acercara... Angie lo hizo, necesitaba saber de que trataba todo eso.
-¿Qué edad tienes?
-19 – respondió educadamente Angie.
-19 años – la mujer meditó la respuesta, y calculo algunos factores -... no es mala edad – les dijo a los padres -, aunque abaratara el precio – y de nuevo dirigiéndose a Angie - ¿cuanto mides y pesas?
Angie lo pensó un rato antes de decir:
-1,63, y peso 57 kilogramos.
-No esta mal, además se te ve sonrosada – y, mirando a los padres -. Podríamos acordar un buen precio – y se centró de nuevo en la muchacha - ¿Cuidas tu alimentación? ¿Has tenido alguna enfermedad?
-Trato de comer sano – y algo avergonzada añadió -, aunque me pierde el chocolate... y no recuerdo ninguna enfermedad grave.
-Mmmmmm - le pellizcó las mejillas que resaltaban en aquel rostro redondo como una luna rosa -, ¿Te gusta el chocolate? – esperó a que Angie asintiera, y contenta le anunció -... Bien, allí donde te llevo comerás mucho chocolate, pues, tienes que engordar. Por cierto me llamo Paloma ¿Y tu?
Aunque desconfiada, Angie le contesto.
-Angelica, pero todos me llaman Angie.
Un gigante, vestido de chofer, se acercó y, tomándola de los hombros, sacó a Angie de la casa, mientras la mujer pagaba a una pareja con pinta de pasar muchas necesidades.
-¡No me toques! – se revolvió Angie, pero la presa del hombre era demasiado fuerte...
... Y su paciencia, y tolerancia hacia los que no le obedecían, muy poca, a juzgar por el empujón con el que la metió en el interior del vehiculo.
-Pórtate bien, a la señora no le gusta la mercancía dañada... pero yo no tolero a los revoltosos – le increpó el hombre, mientras tomaba asiento donde el conductor.
La mujer, Paloma, no tardó en reunírseles, si las miradas hablaran... Angie no habría tenido que corroborar sus temores al oír lo que dijo a continuación.
-Es buena mercancía – la mujer apretó el muslo de Angie y enseguida se centró en pellizcar su rostro, con una mirada que evidenciaba sus pensamientos -... Aunque esta muy flacucha para mandarla a la cocina hoy mismo.
-¿Me ha contratado par ayudar en su cocina? – preguntó Angie, con la esperanza de que sus temores no fueran ciertos.
-Sabes por qué estas aquí ¿No? – le preguntó, Paloma.
Angie negó con la cabeza, ni siquiera sabía como había llegado allí
-Bueno – le informó Paloma -, te he comprado a tus padres. Sabes lo del ganado, lo que le paso, y que ya no hay carne ¿Verdad?
-Sí – asintió la muchacha, acababa de verlo en aquella televisión.
-Bien – sonrió satisfecha Paloma -, nosotros, los ricos, hemos descubierto un modo de poder comer carne ¿Sabes cual? – esperó a que la joven volviera a dar muestras de su falta de información, y prosiguió explicando -... Bueno, la gente pobre necesita dinero, y suele tener una prole numerosa difícil de mantener. Nosotros les quitamos un poco de esa carga y, al mismo tiempo, gratificamos la cría de este nuevo ganado con buenas remuneraciones económicas ¿Entiendes ya?
El redondo rostro de Angie se congestiono un poco por el temor.
-Sí – asintió, asustada por su suerte.
Palpándole, de nuevo, un muslo, Paloma añadió:
-Si satisfaces mi paladar pagare un extra a tus papas.
Menuda putada le habían hechos “sus padres”... Aunque quizá no eran mejores que los de verdad, a saber que hubieran hecho estos en esa situación. Lo que estaba claro es que estaba en un lío demasiado gore, y no sabía como salir de él.
-Conozcámonos mejor – dijo Paloma - ¿Qué estudios tienes?
-Estoy en la universidad.
Aquella sorprendió a la mujer, pero enseguida apreció olvidar lo que fuera que la sorprendiera..
-¿Eres más de ciencias o de letras?
-Letras... No, perdón ciencias – Angie estaba tan nerviosa como aterrada, a que venía tanta pregunta si pensaba comérsela.
-¿No te decides? – preguntó, Paloma, pellizcándole un costado.
-Letras... Definitivamente, letras.
-Muy bien – asintió satisfecha -... siempre me han gustado la sopas de letras – añadió palpándole el brazo, para enseguida bajar la mano de regreso al muslo y de ahí entre las piernas de su presa - ¿Tienes o has tenido novio?
-No... Bueno, si – Angie seguía confusa, invadida por el terror a la amenaza que Paloma suponía, y por la frustración y la rabia que aquella situación le provocaba... Por no hablar de que aún no sabía como había llegado a ella -... Tuve uno, pero no duro mucho.
-¿Eres virgen? – preguntó. presionando con su mano la entrepierna de Angie, masajeándosela en círculos.
Sin voz por aquello, Angie se limitó a asentir.
-Uy, eso tendremos que solucionarlo – Paloma negaba con la cabeza -, por si decido asarte al espetón – aún así, quiso saber algo más de las intimidades de su adquisición - ¿Solo os dabais besitos, sin otros juegos? – y, mientras, con la otra mano jugueteaba entre los labios de pez de la muchacha - ¿Estos también son vírgenes?
Angie se sentía a cada momento más turbada que antes, confusa y paralizada por la extraña situación y las sensaciones que la traían, tardó en contestar con un escueto.
-Solo... Solo besos.
Paloma sacó su móvil y marcó un numero.
-Entonces mandare que preparen un muchacho para tu llegada a la casa.
Los ojos de la chica se tornaron auténticos platos decorados con horror, al tiempo que su sonrosado rostro lunar adquiría el tono del tomate.
-No quiero... No hace falta.
-Pero - y comenzó a desnudarle el torso - yo si que lo quiero... y si creo que hace falta. Además, ahora eres mía – con un pecho en cada palma de su mano, pesándolos y evaluándolos, le miró como quien mira a una niña cabezota que no quiere entrar por el aro -... Recuerda tu situación, corderito – le amenazó -. A partir de ahora se hará lo que yo desee o considere que ha de hacerse contigo, y tu serás obediente y sumisa ¿Ok?... Puedo, hacértelo fácil... o - apretó con fuerza los pechos hundiendo las uñas en la tierna carne -, difíciles. Tú eliges... ¿Serás obediente y me satisfarás en todo?
Aterrada ante lo que pudiera ocurrir de enfadar a aquella mujer (un destino peor que la muerte, decía la frase de un libro que un día ella llegó a leer), Angie acabó por asentir.
-Muy bien – concluyo, satisfecha, Paloma.
No hablaron más durante el resto del viaje, y, cuando llegaron a la casa, Paloma se ausentó y a Angie la condujeron a un jardín donde ya esperaba un joven desnudo, de más o menos su edad.
Paloma se unió a ellos poco después, vistiendo tan solo un batín negro de tejido delicado y fino, y llevando un enorme libro bajo el brazo. Le dijo a Angie:
-¿Vas a desnudarte o prefieres que te arranquen esos andrajos?
Angie, viendo el gesto severo de la mujer, decidió satisfacerla al instante, y una vez estuvo desnuda Paloma dio varias vueltas a su alrededor, observando a la muchacha con gula.
-Tienes un cuerpo prometedor – le propinó una nalgada -... Y un culo bien sonoro – y señalándole al chico - ¿Sabes como excitar a un hombre? como veras su cosita esta un poco flácida.
Angie se sonrojó terriblemente y clavó la mirada en sus diminutos y blancos pies. Se había quedado parada, congelada en el sitio, una estatua sonrosada... Paloma la miró impaciente, en cualquier momento parecería que se iba a abalanzar sobre la muchacha, pero, finalmente se calmó y tomó asiento. Abrió el enorme libro que llevaba consigo.
-¿Así que no piensas hacer nada? – dijo, Paloma, relamiéndose, la vista fija en las paginas que pasaba,
-No – susurró, inmóvil Angie.
-Bueno, al menos mira al chico ¿No te parece guapo y rico el muchacho que elegí para ti?
Angie no pudo evitar echar una rápida ojeada, que hizo que se pusiera aún más roja... Que se sintiera aún más incomoda y nerviosa.
-Sí.
-¿No crees que esta para comérselo? - se relamió, Paloma, pasando sensualmente la lengua por sus anchos y jugoso labios – Dime.
Angie tartamudeaba, pero pudo componer un más o menos audible.
-Sí.
Paloma se detuvo en una pagina.
-Acércate y dime como andan sus nalgas ¿Están gorditas según tu opinión?
Arrastrando los pies, mirando, con temor a poder enfadarla aún más si también a eso se negaba, echo un vistazo lo más cercano que se atrevió y asintió.
-Sí... Lo están.
-Bien - Paloma se puso a leer lo que ponía en la pagina -... Nalgas a la naranja: cortar las nalgas con un cuchillo fino, y lavarlas en agua con sal y perejil, bañarlas con zumo de naranja sobre una fuente y después, adornadas con una naranja partida, metérlas al horno... ¿Qué te parece la receta, crees que sabrán ricas esas nalgas cocinadas de este modo?
A Angie la rugieron las tripas, pese a lo horrendo de lo que aquello suponía... y se sintió extraña, por abrírsela el apetito con aquello.
-Sí.
Paloma indicó al chico que se colocase con las nalgas en pompa y a Angie le entrego una fusta.
-Quiero que le golpees las nalgas para enternecerlas antes de que el cocinero las prepare.
Angie asintió, era mejor satisfacerla.
Tras un rato, tras el cual las nalgas del muchacho acabaron quedando más rojas que la tez de la incomoda muchacha, Paloma indico al chico que se levantase y le dijo a Angie:
-Ahora pálpale las costillas ¿Están bien cubiertas de carne y grasa? – era evidente que aquello divertía a Paloma.
Con manos temblorosas, Angie palmeo los costados del muchacho y con nerviosa rapidez dijo:
-Sí, lo están.
-Bien - Paloma escogió otra página y se puso a leer. Sonriendo por la tortura que sabía que estaba inflingiendo a la inocente muchacha -, costillas con miel: con un hacha de cocina separar las costillas, asegurándose de que no se separe la carne y la osamenta. Disponerlas en una cazuela llena de miel, y dejar al fuego durante unos minutos, para que la miel quede bien impregnada, antes de llevarlas a la barbacoa para darles el punto final ¿Qué te pareció esta receta?
Esta vez el rugido de sus tripas fue evidente, y Paloma estuvo a punto de estallar en carcajadas de regocijo.
-Mejor... Mejor que la anterior.
-Mmmmmm... a mi también me abrió el apetito – dijo mirándolos a ambos -... Ahora veamos sus genitales, me apetecen de postre ¿Cómo los ves tu? – Paloma cerró el libro de cocina, se levantó y se puso al lado de la muchacha – Dime: ¿su polla tiene buen tamaño? ¿Te hace la boca agua?
Angie trago saliva y asintió afirmativamente.
Pero, Paloma quería divertirse aún más con la asustada muchachita.
-Ahora, arrodíllate delante de él y tómala con tu mano ¿Se siente pesada y jugosa ¿Se ve buena carne? Dime: ¿Cómo la ves?
-Pesada – dijo Angie.
-Ahora quiero que te metas su glande... la punta, lo que tiene forma de nuez rosada, en la boca, y me digas a que sabe y si su carne se siente tierna al diente – Paloma la observó con una sonrisa de diversión mientras la temblorosa e insegura Angie la obedecía - ¿Y bien? ¿Te gusta como sabe?
La chica que apenas había acariciado el glande asintió completamente sonrojada.
-¿Y de ternura? ¿Lo sientes bien blando y jugoso al diente? – insistió, disfrutándolo, Paloma.
Angie asintió tragando saliva, incomoda, nerviosa, cada vez más turbada por lo que la estaban obligando a hacer.
-Bien, ya termino yo de darle un buen tamaño y de envinarlo – se refería a inyectarle grandes cantidades de vino, a fin de, mantenerle duro e hinchado, incluso ya una vez lo cortaran para prepararlo como si de una salchicha se tratara -... mientras mis criadas te acompañaran a tu habitación, ahí te espera una buena tarta de chocolate y otros alimentos hipercaloricos solo para ti. Mañana pasare a revisarte.
Una vez a solas con el muchacho en aquel jardín, Paloma no tuvo problemas en arrodillarse ella también frente al joven.
-No sabes cuanto lo siento, querido, de veras que quería que os divirtierais... Teniendo en cuenta lo poco que a ti te queda en este mundo – con tres rápidas y firmes lametadas fustigó el glande, y se divirtió viendo como el pene completo botaba suavemente un par de veces más -... Aunque voy a recompensarte por ello – los labios de Paloma eran suaves y carnosos, ensanchados y respingones por la forma de la boca, pocos hombres podían negarse a alajor su masculinidad entre ellos, y ella disfrutaba con ello -... Bueno, así esta mucho mejor, realmente una presentación de plato excelente – dijo acunando sobre la palma de su mano el pene erecto y congestionado hasta limites que ella consideraba apetitosos.
Cuando la primera inyección de vino se clavó en la base del glande, el chico grito por primera vez en toda la tarde... Paloma hizo que gritara aun más hundiendo los dientes en el hinchado y sonrosado pedazo de carne.
-Mmmmm... Delicioso, pero aún le falta un poco más para excelente – y hundió la siguiente aguja llena de vino en la zona del frenillo.
Angie, que lo escuchó todo desde la habitación, escondió la cabeza bajo la almohada para enmudecer los alaridos del muchacho... Intensificados por cada inyección y mordisco, de cata, que le era propinado.
Cuando el sueño la venció, olvido quien era... Paloma también, Angie ya era aprte de una historia, y no la chica que había llegado allí por algún truco de magia...
...
Al día siguiente, Paloma se presentó en la habitación de la chica.
-Desúdate para que te vea – la ordenó.
La muchacha, aún mas aterrada que el día anterior, obedeció sin rechistar.
Paloma le indicó que se sentara en la cama, y luego ella se sentó a su lado, mirándola de lado, sonriente y satisfecha. Le dijo.
-Se te ve muy linda y apetitosa hoy, pero veamos como andas de carnes. Veamos tus brazos – a primera vista parecían puros palillos, y una vez los hubo tomado y palpado, Paloma constató que la vista no la engañaba - ¡Uy, pero que flacuchos están!
Temerosa de lo que pudiera ocurrir por su falta de masa corporal en sus extremidades superiores, la chica tartamudeó un:
-Lo sé.
Paloma torció el gesto, preocupada por si sus planes para la cena de aquella noche se truncaban... Nada debía fallar, pero estando la chica tan delgada...
Palpó en otro brazo, algo nerviosa... pero, el resultado era el mismo.
A lo mejor, se lo ocurrió en ese momento, las piernas tendrían suficiente carne para dar dos jamones asados...
-Bien, túmbate y separa las piernas para que te las pueda palpar bien.
La chica obedeció.
Paloma tomo uno de los pies, lo olfateó y acarició con esperanzas y algo de complacencia...
-Mmmmm – gimió la chica por las caricias, olvidando lo que estas significaban -...
-Tienes la piel muy suave, y los dedos muy regordetes ¿Me dejas probar el más gordito?
La chica asintió.
Paloma sonrió, al tiempo que abría su boca para atrapar entre los labios el dedo gordo del pie de aquella muchacha... chupándolo, mientras con las manos palpaba y masajeaba el gemelo...
-Mmmmm... este dedo sabe delicioso, y el gemelo se ve bien magro. Veamos el muslo – dijo, Paloma, relamiéndose - separa un poco más las piernas.
La chica así lo hizo, y Paloma apretó el muslo, y lo masajeó viendo cuanta carne podría sacar para un jamón de cada pierna.
-Aquí hay un poco de carne – dijo, presionando con su dedo la cara interna y luego la externa del muslo - pero también andas un poco delgada aquí - Paloma se inclinó y mordió la cara interna del muslo - un poco magra la carne, pero tienes la piel suave y cálida ¿A ti que te parece? – le preguntó, mientras comprobaba el otro muslo.
-Así como lo dices – dijo la chica -, quizá le falte un poquito.
-Es una pena que no haya tiempo para engordarte más, pues, hoy mismo te he prometido para la cena – la anunció, Paloma, algo inquieta por la escasez de carne.
-Mmmm... podrían ser ambos.
-¿Ambos qué? – preguntó, intrigada, Paloma.
-Muslos.
Paloma rió a carcajadas.
-Cielo, pienso cocinarte entera... estas piernas serán al menos buenas paletillas – dijo dando golpecitos con su mano en ellas -... Pero, sigamos inspeccionándote.
La chica asintió visiblemente asustada... Su fin estaba cerca, llego a pensar que su delgadez la daría unos días más de vida, pero ahora...
-Veamos tu barriguita... Combate un poco para que pueda palparte mejor, y aprovechare a ver tus costados también.
La chica arqueo su espalda, y Paloma palpó la tripa desde al ombligo, subiendo las manos hasta los costados. Su cara es de decepción, y no dudó en mordisquearte en la zona de las costillas y la panza... pero sin llevarse más que piel.
-¿Acaso no te alimentaban en casa? – pregunto, muy molesta ¡Dime!
-Mmmm... Sí.
-Tienes los dedos regordete, la carita redonda y sonrosada, la piel suave y cálida... pero no hay gramo de jugosa carne en ti... ¿que debería hacer contigo?
La chica estaba al borde de romper a llorar.
-No sé – acertó a contestar.
Paloma cogió aire y trató de relajarse.
-En fin – dijo más tranquila, fijando sus ojos de gata en otro posible bocado a revisar -... incorpórate, y acerca tus pechos a mi boca - al menos iba a divertirse - adelante, quizá den para un rico postre.
Temblorosa, la chica obedeció, y, en cuanto Paloma tuvo el derecho entre sus labios, sujetó a la chica por las costillas para comenzar a mamar el pezón hasta endurecerlo y que tuviera la forma y el color de una rica fruta del bosque... deslizó la mano del costado a la base del pecho para palparlo y ayudarse en la succión y mordisqueo...
La chica gemía de placer, de nuevo.
-Mmmmm...
-Mmmmmm... Estas tetas si que están deliciosas, redondas, firmes y jugosas... Podría devorarlas ahora mismo crudas – le dijo Paloma, antes de pasar a hacer lo mismo en el otro pecho.
Se le hacia la boca agua conforme el rico sabor de los senos de la muchacha la embelesaba. La tumbó y prosiguió saboreando aquellos pechos, bien mamando el pezón, mordisqueándolo, o dibujando círculos con la lengua a su alrededor.... de vez en cuando, subía para mordisquear la zona tierna donde el pecho se une con la axila.
-Mmmmmmm... Ganas esteros, corderito - dijo subiendo para chuparle una mejilla y mordisquearle el lóbulo de la oreja -... Tienes unas peras muy sabrosas ¿Lo sabias?
Entre jadeos la chica contestó un extasiado:
-No.
-Pues, podría comérmelos ahora mismo... pero, quiero esperar a la cena - y deslizando una mano hacia la entrepierna de su cautiva, comenzó a acariciarte el sexo - Dijiste que eras virgen ¿Verdad?
Roja como un tomate, y sintiéndose extraña, la chica contesto.
-Sí.
-Voy a ver como esta tu coñito... ¿te excitaron mis caricias? - le preguntó, lamiéndose los dedos con los que le acariciaba ahí, para mejorar el trabajo y la lubricación - Dime – insistió, Paloma
-Mmm... Siii...
Era cierto, el coñito de la muchacha se encontraba bien dilatado, húmedo, y palpitante,
Paloma sonrió, y la besó en la boca, mordiendo sus canosos labios
-Hambre y deseo son lo mismo, mi corderito – Paloma se deslizó hasta la altura del sexo de la muchacha, lo olisqueó y observó, pellizcando los labios, antes de darle la primera lametada -... Mmmmm... que rica miel nace de entre tus piernas, y que jugosos y gorditos filetes darían tus labios vaginales - y siguió lamiéndole, primero de arriba abajo, luego en círculos, y, en tercer lugar, centrándose en el clítoris... empezando por una cuantas succiones y lametadas antes de preguntarte - ¿Te gusta?
-Mmmm... Siiii – contestó con voz somnolienta,
Paloma sonrió, mientras mantenía el jugoso clítoris sujeto entre sus dientes, y dentro de la boca lo torturaba con violentas lametadas.
Paloma se ve tentada a devorar aquel pedacito tan apetitoso de la chica, pero a su invitado le gustaban completas... sin partes ausentes, y se contuvo, mientras deslizaba sus manos para palparla el culo...
-Anda, volteate – la dijo -... Quiero ver tu culo.
La chica a regañadientes se giro, y Paloma enseguida se puso a apretar la nalgas, las separaba y juntaba como si fueran unos mofletes...
... aquellas nalgas estaban duras, tendría que azotarla un buen rato si quería enternecerlas.
-Esta bien - se separó Paloma – vístete, en un rato te traerán la comida y más tarde, antes de la cena, me pasare a verte... luego ya vendrá la cocinera y sus ayudantes a conducirte a la cocina para prepararte... ¿Alguna petición antes de que me marche.
-Esto... No...
Paloma abandonó la habitación algo decepcionada... Cuando la compro solo había visto una carita redonda y sonrosada, que prometía, como la experiencia le había demostrado, siempre un bocado tierno y jugoso. Era difícil separar el deseo de la gula, ahora se daba cuenta de que quizá el deseo la cegara.
Apenas tenia para servir dos paletillas magras, dos filetes de coño, y quizá los pechos bañados con mermelada, para la cena... La última vez que aquel invitado vino a la casa ella le había obsequiado con dos regordetes gemelos bávaros, y esa noche ni siquiera podía prometer algo, como mínimo, frugal....
El chico del día anterior era, junto a aquella muchacha, lo último que le quedaba en la despensa, y para la cena de esa noche esperaba visita... Quizá al cónsul no le importara un guisado, o mejor seria servirla rebozada y frita en una perola con aceite. Iba a quedar fatal con el señor cónsul, ella que le había prometido, semanas antes, un banquete, y ahora se despertaba, tras su arrebato del día anterior, con aquella muchacha como única pieza que cocinar...
... gracias al cielo, su cocinera le dio la solución.
-¿Y si la vaciáramos, y la rellenáramos hasta el limite, para, luego, servirla asada como un pavo y con salsa de arándanos? De seguro que el señor cónsul nunca habra probado bocado tan delicado.
Paloma dio gracias al cielo por tener tan buen servicio.
Espero a darle tiempo a la chica para que hubiera comido lo que ella mando que le llevaran a la habitación, y luego regreso a la habitación de esta. Antes de entrar, se quedo observándola por una rendija de la puerta, desnuda seguía pareciendo linda y apetitosa, pero demasiado flacucha para poder dar más que lo que la cocinera había recomendado.
-Ya he regresado - se anunció Paloma - ¿Qué tal tu última comida? ¿Comiste bien?
-Sí.
Paloma se relamió, y dio vueltas alrededor de la muchacha...
-Ya hemos encontrado una solución para la cena - dijo tomándola por la espalda, abrazándola desde atrás, y acariciando sus senos y su entrepierna - ¿Quieres saberla?
La chica asintió.
Pasando un dedo desde la garganta de la muchacha hasta su sexo, describió una línea descendente, mientras le susurraba:
-Pues vamos a hacerte una raja desde aquí hasta aquí, y vamos a vaciarte entera – le mordió el lóbulo de la oreja, mientas la mano la masturbaba - luego, vamos a rellenarte de fresas y naranjas, y te cerramos – le mordisqueó el cuello, mientras le masajeaba uno de los pechos -... luego, te tumbamos sobre un lecho de lechuga, manzanas asadas, y plátanos en lonchas y te metemos, bañada con salsa de arándanos en el horno a 300º, durante una hora y media, más o menos, para que quedes dorada y crujiente por fuera y jugosa por dentro - la volteó, y la besó, saboreando sus labios - ¿Qué te parece?
La chica se limitó a asentir dócilmente.
Paloma sonrió.
-Pero qué buena y dócil eres ¿No tienes ningún miedo a que te coma?
-No.
-Mmmmmm... Eso merece un premio - dijo tomándole el rostro y besándola de nuevo - ¿Qué te gustaría pedirme?
-Nada, señora.
Paloma se puso entonces a acaricia los pechos de la chica, dibujando círculos con su pulgar en las aureolas y de vez en cuando dando pellizcos para excitar los pezones...
-¿Por qué desaprovechar estos pechos – Dijo, inclinándose para mamar uno, mientras presionaba un botón
En breve se presentó la jefa de cocina.
-Cielo – le dijo, Paloma, a la chica - ¿Cual mermelada crees que pegaría con estas deliciosas tetas tuyas?
-¿De mora?
-Mmmmmm... Buena elección.
Paloma se giró y le preguntó su opinión a la jefa de cocina, y esta se acercó para preguntar a la muchacha:
-¿Puedo probar a que saben tus tetas?
La chica trago saliva y asintió.
-¿Cual prefieres, la izquierda o la derecha? – le preguntó la jefa de cocina, pasándose la lengua por los labios.
-Izquierda – respondió la muchacha, tan sonrojada que no se atrevía a mirar a ninguna de las dos mujeres.
La jefa de cocina tomó suavemente el pezón entre sus húmedos labios y lo saboreó, estirando un poco para sacarle mejor el sabor.
Se retiró, relamiéndose, y pregunto a Paloma:
-¿La señora querrá hacer una cata antes?
Paloma asintió, y la jefa de cocina desapareció en dirección a la cocina.
-Vamos a untarte esta tetita con la mermelada y voy a ver como queda la mezcla – dijo, Paloma, acariciando y lamiéndola el pecho izquierdo - ¿Dejaras que ella también lo pruebe? – le dijo, mordiéndole el pezón con deseo.
Con un gemido la chica asintió.
-Mmmm... Sí...
-¿Te ha gustado como te cataba? – dijo, saboreándole el otro pecho, mientras su mano comenzaba a masturbarle el sexo.
-Mmmmm... Sí...
-¿Te gustaría que mientras esperamos saboreara tu sabroso coñito?
Esta vez la chica solo asintió con la cabeza.
Paloma la tira sobre la cama y le abrió las piernas...
-Mmmmm... Qué rica estas así.
Hundió el rostro en el sexo de la muchacha y comenzó a lamerla, primero lento e intenso, luego, cada vez más rápido al tiempo que jugueteaba con el clítoris, mientras con los dedos la penetraba o torturaba sus labios vaginales...
Al rato, la jefa de cocina regresó con un tarro de mermelada.
-Te diré lo que vamos a hacer, pues lo he pensado mejor – dijo Paloma juguetona, mientras acariciaba con el índice la aureola de uno de los pechos -... para que tu también lo disfrutes, untaremos tus dos pechos y cada una de nosotras dos probara uno... uno mi jefa de cocina y el otro yo ¿Qué te parece?
-Esta bien – respondió la chica.
Con una brocha le untaron los dos pechos de mermelada de mora, y tendidas, cada una a un lado del cuerpo de la joven, comenzaron a mamarle y lamerle el pecho que les tocaba.
-Delicioso - dicen al unísono
-Es la mermelada indicada – añadió Paloma -... Bueno, cielo - dijo besando a la muchacha por ultima vez - ahora te iras con mi jefa de cocina, para que te preparen para la cena... Tus pechos irán a parte y de postre, cubiertos de esta mermelada y asados como manzanas de caramelo.
La jefa de cocina tomó de la mano a la chica y le indicó que la siguiera hasta la cocina
-Adiós, mi amor, será un placer comerte esta noche - se despidió Paloma, lanzándole un beso.
...
Conforme bajaba las escaleras y se acercaba a la cocina su memoria regreso, y con ella su identidad como Angie...
... Y al cruzar la puerta de la cocina se vio de regreso en casa.
Solo habían pasado unos minutos.
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