viernes, 16 de diciembre de 2011

Un Método Peligroso


No me considero un experto en David Cronenberg, mi experiencia teórica con el cineasta, y en ocasiones actor, canadiense se limita a un libro monográfico sobre su obra hasta Una Historia de Violencia, el visionado de obras como director: Scanners, Videodrome, La Zona Muerta, La Mosca, El Almuerzo Desnudo, Crash, Existenz, o, la que aquí nos ocupa, Un Método Peligroso; y su personaje de Philip K Decker en la película de mi adorado Clive Barker (basada en la obra de Barker, Cabal), Razas de Noche. Seguramente hay gente que podría hacer una critica sesuda mucho mejor que la mía, es por eso que paso de hacer una critica de la película ¿Entonces qué es esto? Llamémosle una reflexión individual pasada por el filtro de mi mente.
Normalmente a Cronemberg se le nota que pocas veces se adapta a las leyes de mercado en cuanto a extensión fílmica, o, en otras ocasiones, como el mismo ha confesado, lo que ocurre es que pasa la tijera a diestro y siniestro en el montaje final. En resumen, muchas películas de este director te dejan frío ante ciertas ausencias de trama, que no por ello estropean el film, sino, simplemente, lo hacen como más ausente de sentimientos... Lo enfrían. Por supuesto hay películas, refiriéndome a las que he visto, donde esto no se nota: La Mosca, El Almuerzo Desnudo (quizá porque la técnica de collage, corta y pega, ya la usaba el autor en el que se basa la película: William S. Burroughs), Crash (Adaptación de J.G. Ballard que agradece ese ambiente y sentimiento de frialdad, que finalmente hace más humanos a los personajes, hombres y mujeres perdidos, de la película), y su último film Un Método Peligroso. El lector notara que todas las nombradas son de las últimas películas del director, así que podríamos pensar que esos problemas de montaje final son pecados de juventud.
Un Método Peligroso nos narra, desde la visión de Cronemberg (quien tiene por norma implicarse en los guiones de sus películas), un episodio real, aquel en el que se cruzan las vidas de tres personajes del nacimiento del psicoanálisis: Freaud (a quien interpreta el actor fetiche de Cronemberg en los últimos años: Viggo Mortensen), Jung (Michael Fassbender, disculpen si no escribo bien algún nombre, escribo de memoria y no busco rigor más allá del de mis impresiones) y Sabrina S. (Keira Knightley); a los que se une brevemente el que quizá sea el personaje más interesante de la película: Otto Gross (Vincent Cassell); y uno de los fundadores de esta corriente menos conocido por el gran publico. El film, dado el tema que trata, incide en algunos conceptos que se han tratado en la obra del director anteriormente, y que se resumen en uno solo: El sexo, como lo percibimos, como lo aceptamos, y como lo descodificamos como motor vital (seguro que muchos otros han sacado otros mensajes, de nuevo, esto es una reflexión individual)... La trama que cruza a estos tres (quizá cuatro) personajes nos conduce hasta la definitiva ruptura entre Jung y Freud, por cuestiones teóricas: Jung culpa a su maestro de buscar explicación solo en el sexo y el austriaco echa en cara al suizo que se preocupa demasiado en supercherías y temas que rayan en el ocultismo; vemos evolucionar a los tres protagonistas en una trama que se enlaza de forma magistral a través de cartas, sesiones de diván o escenas más intimas.
Para terminar una chorrada: Una vez escuche decir a mi profesora de Tai chi que había leído que las niñas nacen cuando el acto sexual no es placentero y los niños cuando así lo es, bien un detalle que te deja esta película es que al parecer solo se tienen niños cuando el varón practica la poligamia ¿Será cierto eso? No lo sé, y tampoco me apetece probar.

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