viernes, 23 de diciembre de 2011

¿Y ahora que vamos a hacer?


(Continua de Contra el muro)

Luke se encontraba en el salón de Andrea, aquel sitió llenó de artefactos steampunk y muebles en forma de reloj siempre le dejaba boquiabierto... Claro, que Andrea también: la melena rubia, aquellos ojos enormes y claros (en ese momento ocultos tras unos anteojos azul celeste), los labios que parecían un fresón jugoso y tierno, y sobre todo aquel cuerpo de muñeca de porcelana sexy; no se podía negar que su anfitriona era una chica de infarto.
-¿Seguimos sin noticias de Maxwell? – preguntó Andrea.
Luke, que para la ocasión se había puesto una camisa blanca con chorreras, guantes negros de seda, unos pantalones de talle estrecho de diseño tribal, y unas botas de montañismo, se veía algo impedido de movimientos por el peso de su maza: la cual llevaba colgando de su cadena, anclada a un cinturón.
-No, y ese Saint Simón también tiene a Julian, perdón... A Dreadlock... si es que no están muertos los dos ya.
Andrea captó el temor y el pesar en las palabras de su amigo... El cuel, pese a su aparente falta de preocupación, era un chico muy duro consigo mismo, y en esos momentos estaba culpándose por no haber podido salvar a sus dos amigos.
-Estoy segura de que aún viven, Luke ¿Vale? – dijo Andrea, con un tono conciliador.
-Si tu lo dices, Andy, seguro que será así.
Luke no se había atrevido a mirarla mientras contestaba. Andrea sabía que si Julian y Maxwell no había sobrevivido aquello iba a ser un duro golpe para Luke...

Al día siguiente, en un piso de estudiantes donde solo viven dos personas... y solo uno de ellos es estudiante propiamente dicho.
-¿Y no vas a hacer nada más? – Debbie estaba apoyada contra el marco de la puerta, su blusa de encaje era casi transparente, pero era el rostro de una angelical inocencia morbosa lo que hacía que no prestaras atención a su casi evidente desnudez.
Luke apagó el cigarro contra el cenicero, y se arreglo la corbata antes de levantarse.
-¿Tienes algo más interesante que proponerme? – Luke estaría loco por Debbie de no ser por factores como que la sacaba casi cinco años o que era como una hermana para él desde que la rescató de aquel desastre.
Debbie sonrió.
-No te ibas a atrever, nos conocemos, Luke.
Era cierto, los comentarios provocativos le salían automáticamente porque Debbie era un preciosidad, pero, a la hora de la verdad, Luke era incapaz de ir más allá...
... Luke cogió aire y lo soltó lentamente.
-¿Y bien? – preguntó a la chica, conocía demasiado bien a Debbie para saber que algo se gestaba en su adorable cabecita.
-Pues... Quizá tenga algo que nos saque del aburrimiento en que nos mantiene esta tranquilidad.
Luke se colocó la chaqueta, la dulce calma con la que siempre hablaba Debbie no tenía nada que ver con su inquieto espíritu... Se aburría con facilidad, y siempre estaba hambrienta de nuevas experiencias.
-Cuéntame...
Debbie levantó una ceja.
-Creí que eras tú el que había dicho que tenía un rescate en mente – le contestó ella.
Luke abrió los ojos... Otra vez perdido entre las posibilidades.
-Perdona, no te escuché bien.
Los ojos azules de Debbie le atravesaron.
-¿Volviste a quedarte pajeandote por internet hasta tarde? – Debbie no se callaba ni una.
Luke le enseño el dedo corazón y pasó a su lado, no sin antes decirle:
-Cuando te buscaras un novio al que hacerle la vida imposible.
-El día en que deje de hacerme ilusiones contigo.
Desde luego aquel era un golpe bajo.

-Cuéntamelo otra vez para que me pueda reír – Wendy tenía la sonrisa a medio hacer, apoyada sobre la mesa frente a su ordenador, la mano sujetándose la cabeza y enredada en su dorado cabello.
Luke se encendió un pitillo, mientras se aflojaba el nudo de la corbata... Necesitaba aire fresco y rápido.
-Es esa maldita cría que...
-¿En serio piensas que puedes fumar en mi despacho sin pedirme permiso antes? – le interrumpió Wendy.
Metida de pata numero 300... sí, Luke llevaba la cuenta.
-¿Te vale un lo siento?
Wendy alzó las manos.
-Haz lo que te de la gana – lo que venía después lo pudo ver en su severa mirada.
Luke siguió con el tema porque no quería pensar en ello...
-Esa maldita cría me provoca erecciones aposta.
-¿Tu crees? – una nueva mirada llena de palabras que no iban a pronunciarse.
Luke apagó el cigarro.
-¿Te pones de su lado?
-Eres absurdo – Wendy le dio por imposible, y volvió a centrarse en la pantalla del ordenador -... Te llamé porque creo que sé donde puede tener Saint Simón a Dreadlock y Maxwell... si es que aún siguen vivos.
Aquel último comentario tensó el rostro de Luke... Wendy sintió una punzada de pena, pero prefirió guardársela: no quería que Luke pensara que le gustaba o que se preocupaba por él.

(Continuara)

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