miércoles, 4 de enero de 2012

Conejos blancos saliendo de chisteras azules


Debbie estaba harta de ser la victima propiciatoria, y, aunque, Luke ya no estuviera con ellos, y ella decidiera no seguirlo (pensó que si se distanciaban la serviría para pensar, con más calma, en lo que pasó con Redrum, además, en esos momentos, Luke la daba escalofríos), su decisión era firme...
... El conejo blanco nunca llega tarde, nunca se deja atrapar... Ella seria ese conejo.
Así que todo iba bien sin Luke, y entonces... Luke regresó, y no lo hizo solo.
-¿Así que tu eres Debbie? – pregunto la chica, con cierto temor.
Si las miradas mataran la de Debbie, seria un genocidio con patatas y refresco.
-Sí.
Ambas jóvenes, desnudas en aquella sauna, se estudiaban la una a la otra... Bueno, Debbie estudiaba a la que ya consideraba su rival, y Lucylle, la chica que había llegado con Luke, solo deseaba hacerse un bicho bola mientras, por si acaso, no quitaba ojo a Debbie... No fuera a confundirla con una zanahoria (Lucylle era cobriza)
-¿Suele hacer mucho eso? – preguntó Lucylle, intentando desviar la atención de Debbie y suavizar la tensión.
Frente a ellas, con las piernas cruzadas, vestido de traje y corbata, y con un gesto de placidez en el rostro, Luke flotaba a medio metro del suelo... Y en vez de solo dos brazos, tenía seis...
-Creído, como le gusta fardar – bufó Debbie.
Lucylle suspiro, contenta de que su estrategia tuviera éxito... aunque fuera momentáneo.
En cada una de las seis manos de Luke apareció un objeto (en el sentido de las agujas del reloj): su maza, una copa de sangría, un móvil, una revista, chocolate, y un perrito.
-Es fascinante ¿No crees? – suspiro enamorada Lucylle.
Como respuesta, Debbie soltó una pedorreta.
-Exhibicionista egocéntrico – susurró Debbie, completamente airada.
Al menos la niña que se había traído de vuelta Luke era más bajita y estaba más gorda que ella, se consolaba Debbie...

Luke mantenía los ojos cerrados, ajeno a las dos muchachas... Mientras la imagen de una tercera se dibujaba en su mente. Una chica de ojos azul eléctrico que se inclinaba hacía delante ¿Una fantasía sexual? Solo él lo sabía... Poco a poco, Luke estaba intentando equilibrarse con las energías que su cuerpo canalizaba. Lo cierto es que su enfrentamiento con Redrum había hecho algo más que provocarle un desequilibrio mental y algunas heridas y huesos rotos... Había interferida su sintonía con las fuerzas que su cuerpo debía canalizar, y aquel había sido el principal motivo de que se marchara... Ese y la forma en que Wendy, Andrea, y, sobre todo, Debbie, le miraban.
El escote de la chica que aparecía en su mente se hacía demasiado evidente en la posición en la que la estaba visualizando ¿Quién era? ¿Y porque se había presentado en su mente? ¿La conocía? Luke pensó que debía seguir esforzándose, hasta ahora había pensado que su relación con la energía o fuente que la maza le ayudaba a controlar se basaba solo en aplastar objetos y personas, o viajar de un punto a otro en segundos, ahora, se estaba dando cuenta de que iba mucho más allá: él era esa energía y esa energía era él... Casi divino ¿Verdad?
¿Quién eres?
Como si aquello fuera el detonante esperado para la fuga, la chica se esfumo de su mente...
Curioso.
Otra chica, esta completamente desnuda, entre sus manos revoloteaba una mariposa dorada que brillaba con una luz propia, estaba sentada sobre un planetoide cubierto con una moqueta de hierba azul celeste, y el cielo que rodeaba todo aquello parecía sacado de un paisaje de noche estrellada pintado por Vincent Van Gogh... ¿Otra chica? No, los ojos, aquellos ojos azul eléctrico... Era la misma chica de antes, pero el tiempo, o algo parecido, había pasado por ella...
¿Por qué vienes a mi?
Entonces ella le miró, su expresión vacía de cualquier emoción, y alargó los brazos... para dejar marchar a la mariposa.
Fue un roce sobre su rostro lo que hizo que Luke abriera los ojos... y viera a la mariposa de luz dorada frente a él... Magia.
-¿Habéis visto esto? – les preguntó a Debbie y Lucylle, mientras la mariposa se le posaba sobre la palma de la mano.
-¿Desde cuando te va sacar animalitos de la chistera? Antes un perrito, y ahora una mariposa ¿Buscas aplausos, Luke? – Debbie era irritante... Lo peor es que Luke sabía que no podía culparla por comportarse así.
-Es preciosa – dijo Lucylle, acercándose fascinada para ver mejor a la mariposa - ¿La has hecho tú?
-No... Creo – Luke parecía no notar que las dos chicas estaban desnudas -... Creo que es un regalo.
-¿De quien? – preguntaron al unísono las dos, sin disimular cierto tono celoso.
Luke se encogió de hombros.
-Eso me pregunto yo – el tono de Luke era distraído.
Ahora también Lucylle, como hasta el momento Debbie, se sentía muy irritada con Luke, aunque, él, permanecía ajeno a todo ello...
... Una única pregunta, un único pensamiento: ¿Quien era ella?

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