jueves, 19 de enero de 2012
La Espejo Casa Encantada: Origen
1912
-Venga, hija, entra sin miedo.
Gemma aún no entendía muy bien porque su padre había insistido en disfrazarla y maquillarla como a un Arlequín... Tampoco entendía que hacía en aquella casa, hacia años que su abuela había muerto y nadie la había habitado desde entonces.
-Papi.
-Quieres a papa ¿Verdad?
Gemma, de tan solo 12 años, asintió.
-Entonces debes de entrar, pronto tendremos compañía.
-Él niño siempre primero – decía la voz -, luego volveremos a por la niña, ellas dan los mejores fragmentos, las mejores tajadas.
La casa rugió bajo los pies de Gemma.
-¿Quiénes van a venir papa?
-Son los hijos del seños Sanpedro y el señor Felliú.
-Pero, papa, esos hombres son malos contigo.
-Lo sé, hija – le dijo mientras ponía un cuchillo en la pequeña mano de Gemma, y luego se la cerraba alrededor del mango -... Quiero que me hagas sentir orgulloso de ti, mi ángel – la dijo antes de marcharse, no sin antes besarla en la frente.
-Te has manchado con mi maquillaje, tonto.
Él padre se marcho de la casa, cerrando la puerta tras de él, dejando a la niña allí sola... Esperando las visitas.
Dos parejas...
Niño y niña.
Niña y niño.
Un vals macabro... Una danza con la muerte.
El suelo tiembla bajo los zapatos de gamuza escarlata de Gemma, al ritmo de los alaridos de terror, los aullidos de cerdos en el matadero, y los golpes del cuchilla... ¡Chac! ¡Chac! ¡Chac!... Primero el niño, luego la niña... Primero el niño, luego la niña...
-Papa estará orgulloso de mí – dijo Gemma, en medio de aquel circulo de cadáveres unidos por las vísceras y bañados por la sangre.
¿Sangre inocente?
Gemma se sentó en la vieja mecedora de su abuela... Madrid no era tan bonita como su ciudad de origen, pero el trabajo de papa estaba allí... Ella era feliz...
... Y ahora papa sería feliz.
Gemma se quedó dormida con el balanceo de la mecedora...
... Su papa vendría, iba a venir pronto, y la llevaría a tomar chocolate... A Gemma le encantaba el chocolate, y los dulces... sí, papa la llevaría a tomar chocolate y dulces...
... Porque, ahora, papa iba a ser feliz.
Sí papa era feliz, ella también era feliz... y comería chocolate y dulces.
La durmiente y la mecedora se reflejaban en el espejo de cuerpo entero que tenían enfrente... Aquel era el espejo favorito de su abuela...
... La casa estaba llena de espejos.
Cuatro niños gritan desde el fondo del espejo, a cada lado de este, sobre unas estanterías, dos cofres en forma de corazón que contienen las vísceras de aquellos pequeños...
... Pronto serán más, muchos más.
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