jueves, 19 de abril de 2012

No somos ni Romeo ni Julieta (3)


Capitulo tres: Por la boca muere el pez y disfruta el bufón

Embutido en unos pantalones de brillante cuero negro, sujetos por dos cinturones, de tachuelas (prácticamente cruzados en su cintura), con una camiseta negra sin mangas, cadenas: una, colgando de su cintura y, la otra, alrededor de su cuello; y, por ultimo detalle, sendas muñequeras de cuero circundadas por brillantes tachuelas, así lucía Lucas DuLac, cuando se adelantó para ponerse frente al enorme pórtico dorado enclavado en la pared lisa de aquella enorme montaña.
Mirando, por encima de su hombro, a sus dos acompañantes, hombres de Darío Ricardo cuya presencia allí era meramente de testigos para su jefe, que permanecían a sus espaldas, les dijo con una amplia sonrisa.
-Mirad.
Los dos de atrás asintieron.
Lucas ya estaba tocando a la puerta: Toc... Toc...
-¿Hay alguien?
La voz, que sonó entonces, hizo temblar la puerta.
-Sí... ¿Quien eres? Si eres testigo de Jehová vete por donde has venido-
-Solo un viajero – respondió Lucas quien, pues no era tonto, sabía bien a donde le enviaban los celos de su, hasta entonces, mejor amigo -... estoy perdido, y hambriento ¿Me dejaría pasar aquí la noche?
La pesada puerta se abrió sola, sumergida, muy cerca, estaba la atractiva dueña de aquella gruta de los misterios, sumergida en su baño de sangre (sangre de sus jóvenes victimas).
-Claro, entra, y, sigue hasta el fondo – dijo la mujer, mirándole de arriba hacia abajo.
Lucas miró hacia donde le indicaban, el destino era claro.
-¿Hasta esa jaula?
-Sí, corazón, aquella tan húmeda y lúgubre.
Lucas se encogió de hombros, y camino hasta el interior de aquella estructura.
-Ya estoy.
La desnuda hechicera le había seguido a poca distancia, y, enseguida le tuvo dentro, cerró la puerta.
-¿Por qué cierra la puerta de la jaula? – simulo inocencia, Lucas - ¿Y, encima, se relame obscenamente, como si yo fuera algo comestible?
-Es obvio.
-¿Obvio? ¿Acaso va a comerme?
-Todito... supongo, es lo que viene en el guión.
-Pero, hermosa, y sanguinolenta, doncella, si aun no comprobó si estoy gordito para eso. ¿Quiere que la enseñe mi dedito, para que lo palpe, y, se asegure? Ande, tome mi dedito y pálpelo - en vez de dedo, Lucas, sacó, entre los barrotes, su miembro viril -... Así, vera usted si estoy para comerme o no.
La doncella antropófaga se quedó boquiabierta ante la osadía de su última victima.
-Muchacho malcriado, ese no es tu dedo.
Lucas no era tonto, ni aquella bruja caníbal miope.
-¿No la gusta lo que ve? Mire que gordo se ha puesto en un momento.
La mujer lo miró con nuevos ojos, y una sonrisa se dibujó en su rostro, mientras pasaba la lengua por sus carnosos labios.
-Ah, pues sí, ves.
-¿No la gustaría probarlo?
-Pues, en verdad, podría lamerlo para ver a que sabe.
-Sírvase usted misma, así sabrá si la carne es de su gusto.
La doncella antropófaga, empezó tocando, tan solo, la puntita con su cálida lengua.
-Mmmmmmmm... Señora, o señorita, es, usted, toda una gourtmet.
-Señorita, por favor... Mmm... Pues, tenías razón, parece buen material... Ahora, que sé el sabor, chupare un poco más... para evaluar la ternura.
Agarrado a los barrotes, Lucas movía las caderas de adelante hacia atrás...
-Me alegro la guste... Mmmmmmm...
-Si no te importa, primero probare la cabecita.
Se introdujo en la boca el hinchado glande...
-Esa es la mejor parte, es tierna y cálida, y, bastante jugosa.
... Al tiempo que pasaba la lengua por el tronco, para, de nuevo, volver a engullir el glande.
-Mmmmmmm – continuó, Lucas, cada vez más contento con su castigo, pero, aún así era un castigo y debía pensar algo para ganar tiempo... a su siamés calvo y tuerto y a él aún debían quedarle algunas aventuras, no podían separarse todavía, sería injusto para muchas doncellas -... ¿No ira a comérmela cruda? Si no la importan las sugerencias, se la recomiendo con un poco de nata o sirope de chocolate.
-¿Por? ¿No le encuentro mal sabor?
-¿A usted la sabe bien?
-Supongo, no acostumbro a probar la comida aún viva antes de comérmela.
-Pues, entonces, nada que hablar, todo al gusto del cliente... ¿Quiere plato, cuchillo y tenedor, para disfrutarla mejor? No será porque no se lo pongo fácil.
La mujer solo lo pensó un instante. Negó con la cabeza, y contestó a su prisionero:
-Es mejor cogerlo con las manos... Lamerlo... Chupárlo... Morderlo...
Y a cada nominación le había seguido la acción.
-Como quiera, he de confesarla que también a mi me gusta más así... Oiga, no la importa que me corra en su boca ¿Verdad?
-Para nada me encantaría, dicen por ahí que el semen tiene muchas proteínas y...
Dicho y hecho.
-¿Pero qué ...? ¿¡ya!?
La bella bruja se retiró con la boca llena del semen que no había podido tragar.
-Bueno, señora – contestó divertido, Lucas -, ya tiene la salsa para la comida ¿Qué hará con el resto?
-Me lo comería, pero, ahora, no sé.. me da apuro.
Lucas, despreocupadamente, se tumbo sobre un montón de paja que había en un rincón de la jaula.
-Entonces, déjeme quedarme a dormir aquí en su casa, y mañana seguimos ¿le parece?
-Claro, cielo, claro... tienes razón, las prisas son muy malas para el estomago.
La mujer se retiró a lavarse la cara y los pechos, manchados por la imprevista descarga de Lucas.
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