jueves, 19 de abril de 2012
No somos ni Romeo ni Julieta (4)
Capitulo cuatro: Hace un millón de cuentos, en un bosque muy lejano...
-¿Dedón vas Tacirupeca Jarro?
-¿Cómo?
-Dónper – la voz entre la niebla y los árboles carraspeo - ¿Dónde vas Caperucita Roja?
-Así mucho mejor.
-¿Acaso a casa de tu abuelita? – pregunto la voz.
-Pues no.
La noche era fría, y Jacqueline LaFey se había puesto algo bajo el corsé, botas altas, y medias gruesas, además, por encima de la ropa lucía una capa escarlata con capucha para cubrirse la cabeza del frío y la humedad. Entre sus manos portaba una pesada cesta, comprendía la confusión de identidades.
-¿Entonces que llevas en esa cestita? – el dueño de la voz pareció relamerse -... Un pic nic... O quizá una buena guarnición con la que acompañarte.
-Armas para rescatar a una amigo – le contestó Jacqueline.
-Joder, como ha cambiado el cuento – se quejó la voz.
Lucas DuLac estaba esperando sentado frente a la puerta de la casa de aquella bruja.
-Y yo que venía a rescatarte – se quejó Jacqueline al verlo.
Lucas se encogió de hombros.
-Lo siento, esa mujer me dejo hacer una llamada y mi rescate vino como loca antes.
-¿Tu rescate? – pregunto ella desconfiada, quizá algo celosa.
-¿Recuerdas a esa cocinera regordeta que siempre andaba detrás de mi, pregunta que te pregunta? – la dijo Lucas.
-Sí – asintió Jacqueline, aún molesta -... La ninfomanía babosa esa.
Lucas sonrió pícaro.
-Pues vino corriendo a “reunirse conmigo” – en ese momento la salida de humos de la cocina soltó una varada de humos -... Mejor ella que yo ¿No?
Jacqueline abrió mucho sus preciosos ojos claros.
-¿Serás capaz de? – pregunto boquiabierta.
Lucas señalo el humo.
-He sido capaz.- Se encogió de hombros -... La verdad es que la cerdita peggy suplicó mucho cuando supo que era un trampa, pero, a esa mujer insaciable le gusto más el intercambio – y señalándose las partes añadió -... Yo solo tenía una cosa gorda, y cualquier mujer hasta de eso se cansa.
Jacqueline no sabía si reírse o golpearle...
-Eres un caso perdido – dijo, al final - anda, vamos para casa... y, mientras, pensamos que vamos a hacer con Darío Ricardo y su intento de sacarte de acción.
Y cogidos del brazo, se alejaron los dos amigos.
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