viernes, 13 de abril de 2012

Querida tía Petunia...


Querida tía Petunia:
Aquí en casa las cosas van igual, los dragones siguen fumando marihuana y hemos vuelto a perder un sirviente, aunque esta vez también desapareció la cubertería de plata que nos regalaste y el juego de palos de golf del abuelo. Quizá deberíamos haber revisado sus referencias con más atención, pero, a mi entender, una residencia en Alcalá Meco era suficiente recomendación.
Pero, no quisiera aburrirte con malas noticias, lo cierto es que, tal y como nos recomendaste, la vida en el campo es de lo más saludable... Magdalena solo va por el tercer catarro este mes, y tengo a los fontaneros trabajando a fondo debido a algunos problemilla (nada importante) con la calefacción y el agua caliente. Nada importante, de verdad, querida tía, no has de preocuparte. La vida en el campo es, de todos modos, idílica, el medico llegó ayer después de que le avisáramos el miércoles pasado. No has de temer nada, dice que la neumonía de la pequeña Ángela remitirá. Estabas en lo cierto al decirnos que tan alejados del barullo de la ciudad estaríamos más tranquilos, aunque quizá tarde algo en acostumbrarme a los aullidos de los lobos en las noches de invierno y a los adorables ruiditos de los grillos en las de verano... Nadie se ha muerto por no dormir ¿Verdad?
Una buena noticia, Magdalena vuelve a estar embarazada. Es algo que nos llena de felicidad. Debo haber heredado la puntería del abuelo, pues entre mis trabajos en la casa y las excursiones de mi buena esposa a la ciudad, para curarse los enfriamientos, apenas hemos dormido juntos en estos meses. Hablando de mi orgullosa progenie, te gustara saber que mi adorado benjamín, Miguel, sigue luciendo un moreno envidiable (cosa curiosa en una familia tan blanca como la nuestra, aunque Magdalena no para de repetirme que eso es parte de los misterios de la genética) incluso en este invierno tan duro y sin apenas días de sol. Seguro que pronto será más alto que su padre.
Otra novedad, acabamos de adoptar un perro... No muy grande, por eso de que tenemos niños pequeños. Lo cierto es que tener otro macho en casa no es tan bonito como se cree ¿A quien engaño? Le envidio, tarde siglos en convencer a Magdalena de que el semen venía bien para la irritación de garganta, y él puede hacérselo solo... ¡y puede pasarse así horas! Desde luego que los fox terrier son perros inteligentes.
Perdona, tía Petunia, este momento de ingrata debilidad... En realidad todos somos muy felices... aunque, ese perro aún más ...
Quizá sea que tanta tranquilidad empieza a afectarme, anoche, antes de acostarme, calenté el reloj y di cuerda al agua... Aún estamos recogiendo piezas del reloj por la cocina, bueno, las recojo yo... Magdalena paso la noche haciendo sus maletas, hoy se marcha a la ciudad a curarse del último de sus enfriamientos. A ver cuando arreglan la caldera y mi palomita deja de emigrar.
De todos modos, durante su ausencia, me mantendré ocupado, ya sea con los pequeños, Miguel y Ángela, o con tus dragones fumadores... Aunque estos últimos no es que den mucha conversación, el otro día, sin ir más lejos, me acerque a ellos y uno, señalándome con el dedo, grito: ¡Joder, esta mierda si que es buena, veo humanos!... Joer (te pido disculpas, querida tía), como si ver dragones fuera lo más normal del mundo.
Estamos empezando una nueva vida gracias a ti, mi querida tía Petunia. De no ser por tu inesperado accidente (quien iba a pensar que eras coulrofobica, de haberlo sabido hubiera convencido a Magdalena para que no te llevara a esa convención de payasos), aún seguiríamos viviendo en esa barraca, y yo escuchando a mi esposa quejarse... ¿Sabes? Siempre fuiste mi tía favorita.
Te quiere y te añora: tu sobrino.
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